Los profesionales de la alimentación deben evitar la destrucción de alimentos como medida de presión social, económica o política en cualquier litigio internacional que se produzca.

Las empresas del sector alimentario deben ofrecer a organizaciones de ayuda al necesitado sus excedentes o aquellos productos aptos para el consumo que no se puedan vender por tener defectos de calidad comercial.

Los organismos oficiales deben favorecer la canalización gratuita de excedentes alimentarios almacenados en sus dependencias o en empresas agroalimentarias hacia los sectores más necesitados de la población prestando colaboración administrativa y asesoramiento técnico.

La ayuda alimentaria a los más necesitados de nuestro entorno puede efectuarse entregando alimentos y eventualmente mediante aportaciones económicas.

Tirar sobras de comida a la basura, usar comida para hacer gags en anuncios de televisión y películas, o usar alimentos como proyectiles en fiestas populares son ejemplos de falta de respeto a la humanidad.

El Banco de Alimentos no envía comida al Tercer Mundo, sino que la suministra a las entidades benéficas reconocidas; lo cual permite asegurar el destino final correcto de los productos entregados.

Periódicamente el Banco de Alimentos realiza colectas en colegios y grandes superficies, con el objetivo fundamental de invitar a toda persona a ser solidario.

La frecuencia de intercambio de alimentos entre los bancos motiva a la Federación Española a realizar actuaciones conjuntas, las cuales sirven de estímulo para tratar de ser cada día más eficaces.